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A veces bajan al Inframundo.

27 ene 2009

Esperando Febreros…


Quizá sea debido a la fiebre, que me hace delirar; o quizá sea debido a esa ponzoña que me inunda los pulmones impidiendo que el sucio aire de aquí abajo llegue a mis pulmones, pero hoy, de nuevo me senté a no mirar nada.
Eso pensé en ese momento, eso pensaba cuando todo iba mal.
La dura piedra acogió mis pensamientos, pero también traspasó su frío a mis doloridas carnes. Y, de nuevo, la negra garra atenazó mis órganos respiratorios. Era como su las uñas de algún ser prehistórico hubieran hecho presa en ellos y nada podía entrar. Y el tratar de hacerlo hacía más daño aún.
No tenía, pues, ni fuerzas, ni ganas de seguir haciéndolo y me tumbé, respirando lo poco (o nada) que llegaba a ellos.
En estos delirios me imaginé lo que no era. O quizá no fue mi imaginación…
Pensaba, más bien creía ver, a mi lado, tomando mi mano aquella figura que casi no había reconocido nunca. Tenía su cabeza cubierta, por una especie de haz de luces de colores, que no me permitían ver su rostro. Por eso, en ese momento, no sabría decir quien era.
Pero fue la expresión de Ella la que me reveló quien cuidaba mis desvaríos de fiebre (o a quien creía yo ver a mi vera). La cara de Ella me mostraba su más completo asombro, los ojos reflejaban las lágrimas que nunca podría volver a verter y sus pómulos tenían la palidez que sólo un alma que no está aquí abajo podría causarle a un alma que sí pertenece a este remoto lugar del Inframundo.
Era Él; sin saber muy bien porqué o cuales eran mis motivos, me había imaginado que Él tomaba mis manos y me bajaba la fiebre con paños de agua…
¿Por qué me imaginaba yo eso? ¿Quién era yo para permitirme el lujo de soñar con el malo de las historias de otros???
Pero así era, estaba cuidando mis desvelos y dejó que mis labios bebieran del agua que me ofrecía.
No sé en que momento volví a la cordura, y obviamente, no estaba allí. Todo había sido un sueño de la fiebre, una locura de las temperaturas elevadas que había sufrido este cuerpo. Cuanta incongruencia en un solo caso. Cómo era posible que yo cayera enfermo? Yo, Thanatos, el cuidador de los muertos, muerto en vida, cómo podía estar preso de una enfermedad de los mortales??? Y, otra más, cómo era posible que Él, que ya no era parte de nada de aquí, estuviese cuidando mis fiebres??? No llegué a entender este mal sueño e imaginé que si Freud (ese psicoanalista que tanto oí comentar allá arriba) me hubiese analizado no hubiese sabido que decir.
Pero, ¿realmente había sido un sueño? No sabría decirlo, pues al despertar no estaba, bien es cierto. Pero un aroma raro flotaba a mi lado y un pequeño papel a mi lado, en el que sólo ponía: “espérame en Febrero”.
Febrero? Cuándo llega ese mes terrenal aquí? Como mido yo los días que quedan para llegar a ese mes???

Así que, de nuevo, me senté a esperar. Esta vez, esperaba Febreros…

Saludos desde el Inframundo.